El conjunto francés fue una máquina ofensiva que desbordó sin piedad a un Atlético desdibujado. Con Vitinha como figura, París abre el torneo con una goleada que impone respeto.

En su debut en el Mundial de Clubes 2025, el París Saint-Germain no dio lugar a las dudas. Con un fútbol agresivo, técnico y eficiente, el conjunto francés arrolló al Atlético de Madrid por 4-0 en el Grupo B, en un duelo que muchos imaginaban más parejo sobre el papel.
Desde el pitazo inicial, el equipo dirigido por Luis Enrique impuso un ritmo alto, presionando la salida del conjunto colchonero, recuperando rápido el balón y generando superioridades en zonas clave. La intensidad del PSG dejó sin reacción al equipo de Diego Simeone, que no logró adaptarse al ritmo del encuentro.
El primer tanto llegó al minuto 11. Fabián Ruiz recibió al borde del área, recortó hacia adentro y sacó un zurdazo rasante que se coló junto al palo. Fue el inicio del colapso para un Atlético impreciso y superado físicamente.
El segundo gol cayó al 39’, con Vitinha como protagonista. El portugués aprovechó una recuperación alta de Zaïre-Emery, se perfiló y definió con potencia al ángulo desde la frontal del área. PSG se fue al descanso con una ventaja justa y construida a base de posesión inteligente, presión alta y verticalidad.
El segundo tiempo comenzó con la esperanza de que el Atlético reaccionara, pero al minuto 50, Mario Hermoso vio la tarjeta roja directa tras una falta imprudente sobre Kolo Muani. A partir de ese momento, el partido quedó completamente decantado.
Con superioridad numérica, PSG fue paciente y letal. Gonçalo Ramos anotó el tercero al 64’ tras una asistencia precisa de Barcola, mientras que Marco Asensio sentenció el encuentro al 82’ con una definición elegante tras pase de Nuno Mendes.
Atlético no remató al arco en todo el partido. Fue una de sus actuaciones más discretas en torneos internacionales, y dejó muchas interrogantes sobre su estado físico y anímico
PSG combinó lo mejor de su estilo: control del balón, triangulaciones por bandas, presión ordenada y contundencia en el área rival. Vitinha fue el motor del mediocampo, mientras que Zaïre-Emery, Fabián Ruiz y Kolo Muani mostraron excelente forma.
Luis Enrique planteó un equipo balanceado, sin estrellas rutilantes como en años anteriores, pero con una idea clara: presionar, circular rápido y atacar con criterio. El equipo lució dinámico, comprometido y con roles bien definidos.
Lo más preocupante del conjunto español no fue solo el resultado, sino la actitud. El equipo de Simeone fue superado en cada línea y pareció resignarse tras el segundo gol. No hubo intentos de reorganización, cambios tácticos ni respuesta emocional
El mediocampo, tradicionalmente uno de sus fuertes, fue inexistente. Rodrigo De Paul y Koke no lograron contener ni crear. Morata, completamente aislado, apenas tocó el balón.
La expulsión de Hermoso agravó todo, pero el problema principal fue la falta de alma competitiva ante un rival que no perdonó.
Un partido entre campeones de Europa y grandes potencias debería ser equilibrado, pero la diferencia entre ambos equipos fue abismal. Mientras PSG fue dinámico y efectivo, Atlético pareció un equipo en pretemporada, sin ideas ni intensidad.
Las imágenes de Simeone resignado y los jugadores caminando en los últimos minutos reflejan el impacto anímico de una derrota tan contundente. La afición colchonera, mayoritariamente presente en el estadio, terminó abucheando.
La goleada de PSG no fue una casualidad. Fue el resultado de un equipo comprometido con una idea clara, bien trabajado y sin depender de individualidades mediáticas. Luis Enrique construyó un conjunto que juega como bloque y sabe leer los tiempos del partido.
Atlético, en cambio, deberá hacer una autocrítica profunda. No basta con defender bien; sin propuesta ofensiva ni intensidad, los equipos top de Europa pueden arrollarte. Esta derrota podría marcar el rumbo del grupo y comprometer su clasificación si no hay una reacción inmediata.


